¿Cuál es la mejor forma de guardar y conservar la harina? En primer lugar, hay que sacarla del envase en el que se comercializa y pasarla a un tarro de vidrio con tapa hermética o a otro tipo de contenedor similar. Lo ideal es guardarla en la nevera si se consume habitualmente, o en el congelador si se quiere conservar varias semanas y meses.
Es un buen momento para recordar cuál es la mejor forma de conservar, guardar y/o almacenar un alimento básico como es la harina, pues es uno de los más demandados en estas semanas de confinamiento.
Si normalmente compramos un paquete de harina de un kilo para ir gastando en las distintas recetas que elaboramos, quizá de distintos tipos de harina, ahora se suelen comprar varios kilos porque salimos menos veces a comprar y hacemos más repostería (bizcochos, magdalenas, crepes…) e incluso pan y masa de pizza casera.
De todos modos, también habrá quien no haya aumentado la compra o el consumo de harina en este periodo en el que todos permanecemos en casa por la cuarentena provocada por la pandemia del COVID-19, pero el hecho de saber que la harina es uno de los productos alimenticios que se agotan rápidamente en los supermercados, hace que todo el mundo lo compre, quizá es un ‘por si acaso’, porque ofrezca más tranquilidad, e incluso cierta seguridad, tenerlo en la despensa… En cualquier caso, aunque la harina es un ingrediente básico, accesible por precio y por abastecimiento, y al que generalmente no se le da mucho valor (aunque es evidente que lo tiene, y ahora muchas personas lo apreciarán más), es importante conservarlo adecuadamente.
Uno de los principales problemas que podemos encontrarnos con la harina es que se enrancie, pero en mayor medida el mayor enemigo de este alimento son los insectos, los gorgojos de la harina, las larvas… sobre todo si se trata de harina integral que conserva su salvado y su germen, y también si es de producción ecológica, pero también sucede con la harina refinada y de cultivo convencional.
Estos problemas son mayores a medida que aumentan las temperaturas, es decir, en las estaciones más cálidas, como son la primavera y el verano, el riesgo de que la harina se estropee aumenta también. Así que en estos momentos coincide un mayor consumo o mayor disposición de harinas en las despensas y el ascenso de las temperaturas en una primavera ya avanzada, y a medida que pasen las semanas el calor también irá aumentando, así que es imprescindible prestar atención a la conservación de la harina y de todos los alimentos.
Ya hay muchas personas que guardan la harina en la nevera o frigorífico, pues saben que es una forma de prolongar su conservación, pero no todo el mundo sabe que la harina también se puede guardar en el congelador. En Gastronomía y Cía os hablamos sobre cómo congelar la harina en este post, y es un buen consejo para llevarlo a cabo en momentos como este y, sobre todo, de cara al verano. En el artículo mencionado, os contamos que la harina se puede guardar en el congelador convenientemente envasada, sea en un tarro de vidrio, en bolsas de congelación, en bolsas de vacío… de este modo no cogerá olores ni sabores.
¿Cómo conservar la harina en las mejores condiciones?
Aunque nunca se haya recibido información al respecto, es fácil pensar que la harina se debe guardar en un armario, preservada de la luz, de la humedad, del calor, y bien envasada, sea en su propio paquete, porque si la venden envasada de ese modo es porque le va bien o en cualquier recipiente cerrado.
Pues bien, para empezar, hay que olvidarse de abrir un paquete de harina, coger la cantidad necesaria y cerrar el mismo paquete con una pinza o con una goma elástica, la harina se debe pasar a un tarro, preferiblemente de vidrio y con tapa hermética, para guardarla correctamente.
Guardar el tarro con la harina en un armario que esté en un lugar fresco y seco no está mal si tiene mucha rotación, es decir, si se va gastando en el día a día, pero se tienen mejores garantías de conservación si se guarda en la nevera o frigorífico, no hace falta que esté en la parte más fría, se puede poner en la parte más alta que, en teoría, es donde menos enfría, lugar especialmente dedicado a yogures, quesos, huevos, etc.
Si el consumo de harina no es muy habitual, no se sabe cuándo se va a gastar, se tiene mucha cantidad o se pretende prolongar su conservación un mes o más, nada mejor que congelar la harina, sea en un recipiente hermético o en bolsas de congelación o de vacío. A la hora de utilizarla, sólo habrá que dejarla a temperatura ambiente unas horas, dependiendo de la estación y de la temperatura de la cocina especialmente.
Foto 1 | Hakim Mezine
Foto 2 | Frédéric Bisson
De todos modos, también habrá quien no haya aumentado la compra o el consumo de harina en este periodo en el que todos permanecemos en casa por la cuarentena provocada por la pandemia del COVID-19, pero el hecho de saber que la harina es uno de los productos alimenticios que se agotan rápidamente en los supermercados, hace que todo el mundo lo compre, quizá es un ‘por si acaso’, porque ofrezca más tranquilidad, e incluso cierta seguridad, tenerlo en la despensa… En cualquier caso, aunque la harina es un ingrediente básico, accesible por precio y por abastecimiento, y al que generalmente no se le da mucho valor (aunque es evidente que lo tiene, y ahora muchas personas lo apreciarán más), es importante conservarlo adecuadamente.
Uno de los principales problemas que podemos encontrarnos con la harina es que se enrancie, pero en mayor medida el mayor enemigo de este alimento son los insectos, los gorgojos de la harina, las larvas… sobre todo si se trata de harina integral que conserva su salvado y su germen, y también si es de producción ecológica, pero también sucede con la harina refinada y de cultivo convencional.
Estos problemas son mayores a medida que aumentan las temperaturas, es decir, en las estaciones más cálidas, como son la primavera y el verano, el riesgo de que la harina se estropee aumenta también. Así que en estos momentos coincide un mayor consumo o mayor disposición de harinas en las despensas y el ascenso de las temperaturas en una primavera ya avanzada, y a medida que pasen las semanas el calor también irá aumentando, así que es imprescindible prestar atención a la conservación de la harina y de todos los alimentos.
Ya hay muchas personas que guardan la harina en la nevera o frigorífico, pues saben que es una forma de prolongar su conservación, pero no todo el mundo sabe que la harina también se puede guardar en el congelador. En Gastronomía y Cía os hablamos sobre cómo congelar la harina en este post, y es un buen consejo para llevarlo a cabo en momentos como este y, sobre todo, de cara al verano. En el artículo mencionado, os contamos que la harina se puede guardar en el congelador convenientemente envasada, sea en un tarro de vidrio, en bolsas de congelación, en bolsas de vacío… de este modo no cogerá olores ni sabores.
Aunque nunca se haya recibido información al respecto, es fácil pensar que la harina se debe guardar en un armario, preservada de la luz, de la humedad, del calor, y bien envasada, sea en su propio paquete, porque si la venden envasada de ese modo es porque le va bien o en cualquier recipiente cerrado.
Pues bien, para empezar, hay que olvidarse de abrir un paquete de harina, coger la cantidad necesaria y cerrar el mismo paquete con una pinza o con una goma elástica, la harina se debe pasar a un tarro, preferiblemente de vidrio y con tapa hermética, para guardarla correctamente.
Guardar el tarro con la harina en un armario que esté en un lugar fresco y seco no está mal si tiene mucha rotación, es decir, si se va gastando en el día a día, pero se tienen mejores garantías de conservación si se guarda en la nevera o frigorífico, no hace falta que esté en la parte más fría, se puede poner en la parte más alta que, en teoría, es donde menos enfría, lugar especialmente dedicado a yogures, quesos, huevos, etc.
Si el consumo de harina no es muy habitual, no se sabe cuándo se va a gastar, se tiene mucha cantidad o se pretende prolongar su conservación un mes o más, nada mejor que congelar la harina, sea en un recipiente hermético o en bolsas de congelación o de vacío. A la hora de utilizarla, sólo habrá que dejarla a temperatura ambiente unas horas, dependiendo de la estación y de la temperatura de la cocina especialmente.
Foto 1 | Hakim Mezine
Foto 2 | Frédéric Bisson
Fuente: Gastronomía y Cía
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